17.11.10

PARA ENFRENTAR AL MACRISMO

Un sindicato que prepare la lucha para ganar

Este año, los y las docentes de la Ciudad demostramos en las calles la potencialidad que tiene nuestra lucha si nos organizamos desde abajo y confiamos en nuestras propias fuerzas. La pelea por la recomposición salarial, con paros masivos; el apoyo activo a los y las estudiantes secundarios que salieron a denunciar, con tomas de escuelas, el ataque a la educación pública del gobierno de Macri y de Cristina Fernández; y la pelea de los y las docentes contratadas mostraron que la docencia porteña se merece una herramienta de lucha que esté a la altura de las disputa que damos en cada escuela y en cada distrito.

La principal traba para desarrollar a fondo esta iniciativa fue la política de la burocracia Celeste de UTE, que junto a otros sindicatos firmó en febrero un acta acuerdo con Macri de un insuficiente 23,4% de aumento, que seguimos cobrando en cuotas, y la reducción del presupuesto para infraestructura. Cuando la docencia salió a la calle a exigir la reapertura de las paritarias, desarrollaron una política de paros aislados para, finalmente, aceptar de hecho el levantamiento de las medidas de lucha. Y a mitad de año, cuando teníamos que unificar nuestra pelea con la de los estudiantes que peleaban por la educación pública -al mismo tiempo que Macri era acusado por comandar una asociación ilícita contra los trabajadores y el pueblo-, la dirección burocrática de la UTE volvió a dividir nuestros reclamos. ¡Justo cuando estaba planteado coordinar un plan de lucha unificado votando un pliego de reclamos comunes que incluya el problema salarial, como se expresó el 16/9 con cientos de docentes que marchamos junto a los y las estudiantes al grito de “Fuera Macri” y denunciando el desfinanciamiento de la educación pública por parte del gobierno nacional.

La Violeta no pasó la prueba

A pesar de algunas declaraciones correctas ante varios de estos procesos, la conducción de Ademys fue incapaz para organizar la voluntad de lucha de la docencia de la Ciudad que quería ir por más. La Violeta “no pasó la prueba” porque osciló entre adaptarse a la política de la Celeste de UTE y una política impotente para conquistar nuestros reclamos. Asi fue ante los planes de lucha truchos de la Celeste, de paros aislados que daban la espalda a los cientos de mandatos que exigían un plan de lucha para ganar, o ante la lucha secundaria, que encontró a la Violeta por detrás de la tarea de unificar los reclamos docentes y estudiantiles. Como denunciamos desde la LISTA 7, esa era la única forma de torcer efectivamente el brazo al macrismo, como no lo hizo ¡en 3 años de gobierno del PRO! ninguna de las dos alas burocráticas en que hoy se divide la CTA Capital.

Está claro: la integración de la Violeta a la CTA de Michelli significó también su integración a una política que apunta a colocar a nuestro sindicato como un engranaje menor en la disputa entre los dos sectores de la CTA, política que va a contramano de la unidad desde las escuelas y distritos para conquistar las reivindicaciones de los docentes. Micheli-De Gennaro no tienen una perspectiva distinta a la de Yasky (Rayuela) en educación, y como muestra basta un botón: ¡ambos sectores están dentro de la Celeste de UTE!Necesitamos un sindicato que prepare la lucha para ganar.

¡Es hora de recuperar Ademys!

Desde la Lista 7 estamos convencidos que para enfrentar las políticas de destrucción de la escuela pública y conquistar el aumento de presupuesto, las condiciones de enseñanza y un salario acorde a nuestras necesidades, no alcanza con denuncias medianamente correctas mientras se espera que “desde arriba” y sin una fuerte organización por abajo, nos concedan nuestras demandas.

¡Hace falta recuperar Ademys para convertirlo en un sindicato que esté a la cabeza de preparar nuestra pelea a través de la organización democrática e independiente del conjunto de los y las trabajadoras de la educación de la Ciudad! Un sindicato militante, que se llene de contenido con la participación amplia de la docencia y donde el peso de las decisiones esté en cada escuela y en asambleas abiertas y sistemáticas de afiliados y no afiliados. Este es el camino para avanzar hacia un sindicato único de los y las trabajadoras de la educación.

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