El pasado miércoles 19 y jueves 20, el 98% de los docentes porteños pararon y 10.000 se sumaron a la movilización en contra de la reforma educativa del macrismo. Una importante cantidad de estos docentes movilizados participaron luego de una asamblea abierta que propuso paro de 48 hs. para la semana siguiente –a definirse en una nueva asamblea el lunes 24- y votó por unanimidad participar de la movilización a un año del asesinato de Mariano Ferreyra.
La gran reacción de la docencia es por el rechazo al intento del gobierno de operar una reforma educativa estructural en la Ciudad de Buenos Aires que tiene por objetivo establecer una degradación de las condiciones salariales y laborales, aplicar un gran ajuste a la educación pública y disciplinar a la docencia y al estudiantado.
Una reforma educativa reaccionaria que pretende establecer una discriminación salarial a la baja, inestabilidad laboral permanente, sofisticados mecanismos de control y una absoluta discrecionalidad del poder político regulando arbitrariamente la actividad docente desde la simple inscripción como aspirante hasta los ascensos y eventuales sanciones disciplinarias. Una reestructuración del sistema educativo, adaptando las condiciones de la escuela pública a los requerimientos de la empresa y la educación privada.
Dos vías para enfrentar la reforma macrista
Los sindicatos macristas y la UTE vienen desarrollando una línea de “presionar para negociar”. Se apoyan para esto en la gran tendencia a la lucha en la base docente. Esperan que el Ministerio de Educación abra una vía de negociación a espaldas de los docentes.
Esto va de la mano con la modalidad en la toma de decisiones: las reuniones de secretarios generales como ámbito privilegiado para consensuar la política a implementar. La forma concreta que ha adquirido es la del paro-semana de tregua-paro. Entienden que para que el gobierno acceda a una negociación que salve sus propios intereses deben “calmar a las fieras” (en referencia a la combatividad docente).
Este mecanismo ha entrado en crisis. No hay, concretamente, ninguna negociación abierta. Bullrich, una vez más, ha pateado el tablero y ha impuesto un “cronograma” de diversas reuniones con la “comunidad educativa” para elaborar aportes al proyecto del PRO, que se votaría en recinto el 10 de noviembre.
Sólo un plan de lucha puede derrotar la reforma educativa macrista
La vía que necesitamos desarrollar es la del plan de lucha con paros progresivos, sin semanas de tregua y el paro por tiempo indeterminado, hasta que el gobierno retire su proyecto de destrucción del Estatuto.
Es preciso poner en pie una asamblea general de toda la docencia de Capital para terminar con la imposición de las políticas decididas en las oficinas de los secretarios generales.
Que en cada reunión trascendente en Legislatura o de mesa de condiciones laborales y salariales sea la docencia la que esté movilizada e ingresen a las reuniones representantes electos democráticamente en asamblea general, para terminar con la fragmentación del sindicalismo docente porteño.
En este marco, Ademys puede jugar un importante rol siendo un factor de reagrupamiento, deliberación y organización docente por fuera de la rosca de los secretarios generales que lo único que buscan es la dilatación del trámite parlamentario y que el gobierno “baje” a negociar.
Debemos irrumpir en la escena, además, con nuestras propias demandas, postergadas por la dirección de los sindicatos macristas y la UTE: reapertura de la discusión salarial; por un aumento de emergencia de $1000 al básico; por la titularización de los docentes interinos de media en situación irregular; por el efectivo nombramiento de los interinatos a los contratados y la titularización en los cargos, sin podas salariales ni de horas cátedra; por el 82% móvil y el cumplimiento de la ley 24.016.
La gran reacción de la docencia es por el rechazo al intento del gobierno de operar una reforma educativa estructural en la Ciudad de Buenos Aires que tiene por objetivo establecer una degradación de las condiciones salariales y laborales, aplicar un gran ajuste a la educación pública y disciplinar a la docencia y al estudiantado.
Una reforma educativa reaccionaria que pretende establecer una discriminación salarial a la baja, inestabilidad laboral permanente, sofisticados mecanismos de control y una absoluta discrecionalidad del poder político regulando arbitrariamente la actividad docente desde la simple inscripción como aspirante hasta los ascensos y eventuales sanciones disciplinarias. Una reestructuración del sistema educativo, adaptando las condiciones de la escuela pública a los requerimientos de la empresa y la educación privada.
Dos vías para enfrentar la reforma macrista
Los sindicatos macristas y la UTE vienen desarrollando una línea de “presionar para negociar”. Se apoyan para esto en la gran tendencia a la lucha en la base docente. Esperan que el Ministerio de Educación abra una vía de negociación a espaldas de los docentes.
Esto va de la mano con la modalidad en la toma de decisiones: las reuniones de secretarios generales como ámbito privilegiado para consensuar la política a implementar. La forma concreta que ha adquirido es la del paro-semana de tregua-paro. Entienden que para que el gobierno acceda a una negociación que salve sus propios intereses deben “calmar a las fieras” (en referencia a la combatividad docente).
Este mecanismo ha entrado en crisis. No hay, concretamente, ninguna negociación abierta. Bullrich, una vez más, ha pateado el tablero y ha impuesto un “cronograma” de diversas reuniones con la “comunidad educativa” para elaborar aportes al proyecto del PRO, que se votaría en recinto el 10 de noviembre.
Sólo un plan de lucha puede derrotar la reforma educativa macrista
La vía que necesitamos desarrollar es la del plan de lucha con paros progresivos, sin semanas de tregua y el paro por tiempo indeterminado, hasta que el gobierno retire su proyecto de destrucción del Estatuto.
Es preciso poner en pie una asamblea general de toda la docencia de Capital para terminar con la imposición de las políticas decididas en las oficinas de los secretarios generales.
Que en cada reunión trascendente en Legislatura o de mesa de condiciones laborales y salariales sea la docencia la que esté movilizada e ingresen a las reuniones representantes electos democráticamente en asamblea general, para terminar con la fragmentación del sindicalismo docente porteño.
En este marco, Ademys puede jugar un importante rol siendo un factor de reagrupamiento, deliberación y organización docente por fuera de la rosca de los secretarios generales que lo único que buscan es la dilatación del trámite parlamentario y que el gobierno “baje” a negociar.
Debemos irrumpir en la escena, además, con nuestras propias demandas, postergadas por la dirección de los sindicatos macristas y la UTE: reapertura de la discusión salarial; por un aumento de emergencia de $1000 al básico; por la titularización de los docentes interinos de media en situación irregular; por el efectivo nombramiento de los interinatos a los contratados y la titularización en los cargos, sin podas salariales ni de horas cátedra; por el 82% móvil y el cumplimiento de la ley 24.016.
POR UN PARO DE 48 HS.
PARA LA SEMANA DEL 24/10
ASAMBLEA ABIERTA CON MANDATO
PARA RATIFICAR EL PARO:
LUNES 24/10, 18 HS.
ESCUELA 3 D.E. 7º (Rivadavia y Campichuelo)
TRIBUNA DOCENTE
PARA LA SEMANA DEL 24/10
ASAMBLEA ABIERTA CON MANDATO
PARA RATIFICAR EL PARO:
LUNES 24/10, 18 HS.
ESCUELA 3 D.E. 7º (Rivadavia y Campichuelo)
TRIBUNA DOCENTE
No hay comentarios:
Publicar un comentario