El pago completo del aguinaldo fue producto de una enorme huelga de los trabajadores del Estado de la provincia de Buenos Aires. El “plan de lucha” de las conducciones de los gremios fue desbordado por la base.
El solo hecho de que gremios como Upcn haya convocado a dos paros discutidos en un congreso de 1.200 delegados es un acontecimiento en sí, pues hacía una década que esta conducción gremial kirchnerista no llamaba a una medida de fuerza.
La misma situación se dio con
la Fegepba -de conducción moyanista-, que reúne a once gremios de distintas
ramas del Estado. Los paros y las movilizaciones liderados por ATE y por la CTA
Michelli no tenían la intención de fortalecer un plan de lucha unificado ni de
reforzar la huelga general; por el contrario, se negaron, incluso, a realizar
paros escalonados.
Por abajo, las bases unieron
medidas, a afiliados y a no afiliados; y en asambleas se sintió la tendencia de
superar las convocatorias divisionistas de paros.
Es esa enorme contundencia a
resistir el ajuste de Scioli y de Cristina lo que hizo recular tanto al
gobierno nacional como al provincial, actuando como factor en la crisis. El
gobernador quedó acorralado contra las cuerdas; primero, por la lucha obrera; y
luego, por el golpe permanente por parte de los Mariottos-K.
Las intenciones detituyentes y
el ajuste sufrieron el golpe de la huelga. Las masas que forman parte del
mentado 54% electoral salieron a la lucha. El no inicio de clases colocaba el
movimiento en otra fase. Cristina tuvo que salir en cadena nacional a anunciar
el pago completo del aguinaldo.
El saqueo de la caja de la
Anses y el negociado que implica la relicitación automática del juego en la
provincia al grupo Boldt son, por un lado, medidas de emergencia para el pago
de cuentas corrientes -como los sueldos y aguinaldos-, y por otro, el inicio de
futuras crisis. Pagar salarios con créditos, claramente, no es una salida;
porque habrá que seguir pagándolos.
El balance político y sindical
de la huelga resulta vital para preparar los próximos combates. La conducción
de ATE fijó posición: “no es estrategia ni política de este gremio la huelga
general”. Pues bien, la conquista del aguinaldo es un resultado de la virtual
huelga general, que se fue imponiendo entre los trabajadores. En el plano
político también hay que profundizar la discusión en los sindicatos. Isasi,
secretario general de ATE, dijo: “el ajuste es sólo sciolista”, en una prueba
más de la kirchnerización tardía de estos sectores binneristas.
Se trata de explicar, entonces,
que el ajuste es nacional. Cristina sólo terceriza esta política antiobrera
mediante los gobernadores, incluido el de Santa Fe, del FAP. Los límites del
análisis de la Verde pasan por sus ataduras a Binner. La kirchenirización
tardía del FAP es el llamado a la unidad ante el espanto que les provoca la
intervención obrera. Los trabajadores ganamos terreno para los próximos rounds.
Nuestro método será el de la asamblea y el del congreso de bases, con mandatos
para discutir una salida de los trabajadores a la crisis.
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