El impuesto al salario ya afecta a dos millones de
trabajadores. Otros tantos han quedado excluidos de las asignaciones
familiares. Mientras tanto, las sumas y los adicionales "en negro"
pesan cada vez más en la conformación del salario.
Es una forma de "aplanar" las categorías y bonificaciones del convenio.
De condicionar nuestros ingresos a jornadas agobiantes.
Y de aniquilar nuestras jubilaciones futuras, que sólo se calculan sobre los ingresos en "blanco".
La mayoría de la clase obrera -y casi todos los jubilados- están muy lejos de percibir salarios y haberes que alcancen a la canasta familiar.
Para un tercio de los trabajadores, lo único que existe es el trabajo -y el salario- en negro.
Por todas estas reivindicaciones, necesitamos un paro general y un plan de lucha de toda la clase obrera.
Y una alternativa política de los trabajadores, frente a los "ajustadores" del oficialismo o la oposición.
Con estos planteos, vamos a la Plaza de Mayo el próximo 10 de octubre.
Tribuna Docente
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