El diario La Nación tituló "El kirchnerismo ganó las elecciones en
el subte". Una verdad parcial, si no se aclara que la
lista oficialista Rojo y Negra, de Pianelli y Segovia, tuvo un
retroceso de 10 puntos (de 64 al 55 por ciento) respecto de la elección
anterior de 2011.
La oposición, tomada en su conjunto, pasó de un 36 a un 44 por ciento.
Este retroceso del pianelismo, está vinculado a los fuertes compromisos
políticos con la Casa Rosada y al Ministerio de Trabajo, que le atan las manos
ante los crecientes reclamos que surgen de la base, producto de la ofensiva
patronal-macrista.
Un ejemplo ilustrativo de esto es que, la directiva, que apoya el
impuesto al salario, se pronunció en contra del paro nacional del próximo 31 de
marzo; línea que le baja el gobierno, sin tener en cuenta que fracasó en tres
paros generales previos, cuando la base paró en su gran mayoría, en contra de
su posición.
La división de la oposición, la campaña de la
Naranja
Por la oposición se presentaron dos listas, la Bordó-Violeta, que obtuvo
un 27 por ciento de los votos, y la Naranja, con un 17,25 por ciento.
La primera se constituyó como un frente de dos fracciones, la Bordó -del
PTS- y la Violeta -un sector recientemente desprendido del kirchnerismo
pianelista, pero que mantiene con él importantes coincidencias, como el apoyo
al gobierno K, el rechazo del clasismo, la coincidencia con el impuesto al
salario y la convicción de que el traspaso del subte a Macri fue progresivo.
Estos kirchneristas reciclados se propusieron combinar una figura
pública de la izquierda -Claudio Dellecarbonara- con un trabajo de
"construcción de base" que ellos tienen y el PTS no. Para ello,
impusieron al PTS sus condiciones: primer puesto para Dellecarbonara, segundo y
tercero para la Violeta y cuarto (si era aceptado) para Charly Pérez de la
Agrupación de Trabajadores de Metrovías (PO).
Aclárese un detalle: de no salir primeros, el cuarto candidato no
entraría a la Directiva ya que el estatuto sólo otorga tres cargos para la
minoría. Tanto bordós como violetas rechazaron el planteo público de ATM (PO),
de unificar a la oposición mediante una asamblea de trabajadores que votara un
programa y el orden de los cargos. El mismo método empleado cuando se formó, en
la elección de 2011, la fórmula Charly Pérez-Dellecarbonara de la Tricolor.
Si se aceptaba votar en asamblea, el acuerdo entre el PTS y Mastandrea
se hubiera caído. ¿Por qué? Lo demuestra el resultado electoral final. El 27
por ciento de la Bordó-Violeta implica que cada una tendría el 13,5, queda
claro que darle el cuarto lugar la Naranja, que obtuvo el 17,25 por ciento, era
un despropósito. En todo caso, Charly Pérez hubiera salido primero si las tres
corrientes disputaban por separado, o segundo, si la Bordó y la Violeta se
presentaban como un bloque. Por eso no quisieron votar.
Queda claro que esta fractura de la alianza de izquierda ya existente
(Tricolor) fue el producto de una acción escisionista de los kirchneristas
disidentes. Y de una orientación oportunista y sectaria del PTS, que no estaba
dispuesto a arriesgar la figura mediática de Dellecarbonara en una votación
ante Charly Pérez y ATM, que, históricamente, lo habían aventajado. Y lo
aventajan, con una mayor cantidad de delegados, militantes e influencia.
La decisión de muchos activistas de conformar la Lista Naranja junto con
ATM fue una reacción de defensa de un programa y una perspectiva clasista ante
la componenda del PTS y el sector de Mastandrea.
La Lista Naranja se constituyó incorporando a un sector muy importante
de activistas independientes, en un plenario de bases, donde más de 100
trabajadores votaron un programa y la designación de los candidatos. Una
campaña con gran debate de los ejes de intervención, todos vinculados a los
reclamos de los trabajadores y recogidos en las maratónicas recorridas de los
candidatos.
Estaciones, talleres, tráfico, el salario y la paritaria, la situación
de la mujer trabajadora, fueron objeto de propuestas y materiales específicos.
Sin olvidar a los sectores más marginados, de la limpieza nocturna, vías e
instalaciones, a donde no llega la mano del sindicato.
La incorporación de tres miembros de oposición, sólo de la Bordó-
Violeta, como vocales de la Directiva, se corresponde con el carácter
proscriptivo del estatuto que impuso la conducción pianellista, que no
contempla la proporcionalidad. Si la tuviera, para los 34 cargos en juego, unos
nueve corresponderían a la Bordó -Violeta y otros cinco a la Naranja.
Los próximos desafíos
Como perspectiva se abre un cuadro más que interesante. Una conducción
kirchnerista, a la cabeza de un gremio muy combativo, carece de toda actitud
para conducir una lucha que se presentará fuerte y compleja. Una minoría,
Bordó-Violeta, con tres puestos sobre 34, que podría ser un factor de progreso
si contara con una homogeneidad política y un programa, los cuales
lamentablemente carecen por su naturaleza de combinación electoral, basada en
el mero reparto de cargos -y con fuertes contradicciones que ponen en tela de
juicio su futuro.
En la orilla opuesta, la Naranja, cuya consistencia política le permitió
liderar un buen pliego paritario en el cuerpo de delegados y la elección como
paritario de su referente Charly Pérez. El desafío reside en convertirse en una
gran agrupación de combate, que se postule como dirección efectiva de las
próximas luchas. La paritaria y la lucha salarial, la elección de delegados en
mayo, la lucha por la personería de la AGTSyP, serán jalones fundamentales de
su agenda.
AGRUPACIÓN TRABAJADORES DE METROVÍAS - ATM
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